jueves, 3 de agosto de 2017

Mariano

Día 2 de la novela que quizá nunca escribiré:

Mariano

Mariano tenía razón cuando me dijo que tú serías mi ruina. De cuando en cuando pienso en Mariano y en las veces que te engañe con él, ahora en esta hora de incertidumbres me aferro a las tardes que pase con Mariano sin pensar en lo absoluto en ti. Hay y habrá días en los que el remordimiento me consuma y achaque nuestro fracaso a mis infidelidades y burlas, en aquellas tardes que tú me buscabas desesperadamente por la ciudad y yo estaba escondida en los labios y en los recovecos de Mariano. Quizá esos días sean los más pero hoy son los menos en que me arrepiento de no botarte, de no salir huyendo tras la poesía y alcohol de Mariano. Lo único que me queda de Mariano eres tú y tu odio por haberme visto más entusiasmada con él que contigo, eso y la esperanza de algún día recuperar la única fotografía que tuve de Mariano que se perdió en lo efímero de los aparatos digitales. ¿Realmente quise a Mariano o simplemente era un pasaporte de salida de una vida a tu lado? No lo sé y quizá nunca lo sepa pero hoy mientras intento olvidarte pienso en él y en esa canción cubana que me hace recordarle tanto.

La verdad Plutarco, soy ególatra y pensar en Mariano me hace pensar en mí y lo libre que yo era antes de ti. Fuiste muy astuto y sin ataduras me ataste a ti, las cuerdas atan y yo que era una loca necesitaba cordura, de la cordura santísima que me brindaste. De la estabilidad que me das aún a sabiendas que te irás, porque es lunes y es probable que sea el último lunes que pasemos juntos antes de que tomes ese vuelo al otro lado del mundo. Exclamo Lenonor mientras se abrochaba el sostén. Plutarco dormía.

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