L(o) dessé de inmediato. Ahí estaba el característico golpe en el bajo vientre por si me atrevía a dudarlo. Ahí estaba, también y sobre todo, la imaginación. L(o) imaginé comiendo zarzamoras -los labios carnosos- y las yemas de los dedos pintados de guinda. L(o) imaginé subiendo la escalera lentamente , volviendo a penas la cabeza para ver su propia sombra. L(o) imaginé mirando el mar a través de los ventanales, absort(o), solitari(o) como un asta. Lo imaginé recargad(o) sobre los codos en el espacio derecho de mi cama. Imaginé sus palabras, sus silencios, su manera de fruncir la boca, sus sonrisas, sus carcajadas...
Sin saberlo, imaginando ya sabía todo de él, él que a veces me quiso.