viernes, 2 de diciembre de 2016

Aún una firme promesa

La promesa, siempre la firme promesa de no volver a tomar. Y así... Hasta el fin de las botellas, hasta el fin de los bares, hasta el fin de la ropa, hasta el fin de los pesares, hasta el fin de las palabras, hasta el fin de los quereres, hasta el fin de las quimeras...
La promesa, siempre la firme promesa de no volverme a enamorar. Y así hasta el fin de los besos, y así, hasta el fin de las canciones, de los conciertos, y así hasta el fin de las des-horas, de las ilusiones, de las imprecisiones, de los sabores, de las mordidas de labio, hasta el fin de las noches empiernadas. De la lluvia.
La promesa siempre la firme promesa de no hablar tanto, así hasta el fin de los verbos, de los enunciados, de las muletillas, de los refranes, de las metáforas. Hasta el fin de las platicas nocturnas. Hasta el final de los reclamos a distancia, de las oraciones largas en las que busco sinónimos para decir: te quiero.

La promesa siempre la firme promesa de no volver a buscarte, así hasta el fin de los mensajes, de las cartas en las que te escribo cuentos, de los cuentos que son pretextos para recrearte, hasta el fin de la calle donde vives, hasta el final de las onomatopeyas que invento para decir sin palabras claras lo mucho que te quiero.
La promesa, firme promesa de mañana sonreír, ir al gimnasio, comer sano, dormir temprano, leer el libro grande del librero, ser fiel, no decir groserías, ser puntual, no mal gastar dinero, arreglar mi clóset, aprender química...

Siempre una firme promesa.

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