sábado, 2 de marzo de 2013

Usted.

Con tremenda soledad ¿con qué autoridad viene usted a querer quererla?
Huye te digo. Aún no te conozco, pero huye... escucha a esa voz que no es futuro ni quebranto sino conciencia.

¿Con qué ansia viene usted a querer besarla?
¿Quitarle el vestido, arrancar el olor a flor de su cabello mojado?

Usted no sabe lo que dice, no sabe en lo que se mete... ella es más que un cuerpo enamorado.

No puedo evitar reír cuando usted hace una analogía entre sus pechos y las montañas de la Sierra Madre del Sur... 

No puedo evitar preocuparme de verlo escuchando trova en las noches trasnochadas... 

Usted no tiene prisa... pero tampoco tenga calma. 

¿Escucha? Es el sonido de unas botas viejas, ella viene a verle... trae consigo a la soledad, a la risa marchita, trae consigo una vida rota, viejos amores, amores inconclusos, trae consigo canciones y llantos, trae una soledad tan suya, trae consigo a un pueblo de Veracruz. 

¿Con qué solidez viene usted a querer quererla, cuidarla, besarla?

Usted trae consigo y su disfraz la inocencia que ella perdió en un bar del centro, que ella aventó cuando por la ventana tiro los santos de una religión perdida, que dejo olvidada en un vagón del metro... en un pueblo... 

Ella trae consigo poesía triste. 

Usted debería pensarlo dos veces, tres, cuatro, cinco... debería pensarlo. Usted. 

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