Ustedes querían que no fuéramos nada ni nadie...
ustedes querían vernos ahí: en el rincón del olvido, bofetadas por la rabia de la lluvia de un julio pasado...
Ustedes nos quisieron en las malas, olvidándonos en las buenas.
Quisieron que la misericordia de las iglesias oxidadas de la ciudad nos rescataran de la ausencia de la vida misma.
Ustedes vieron a la mujer que no querían ver...
libre de pecado, altiva en la grada de la dignidad, entera así: sin fracciones.
Creyeron que solamente sobreviviríamos cuando en realidad vivimos.
Pensaron que nos íbamos a quedar con la mirada perdida, con aire de luto eterno.
Nos creyeron muertas.
Nos imaginaron sedientas.
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