Lo miro desde lejos con el mismo impacto que tuvo al verlo por primera y segunda vez.
Imprecisión. Sorpresa. ¿Gusto? Supongo que había alguna emoción pero la emoción no siempre es positiva.
Ahí estaba él, tan hermoso y feo como lo imaginó tantas veces en sus noches de desvelo.
Lo miro al otro lado de la banqueta, sentado sobre una banca, cubierto por los rayos del sol, bien rimando con el ocre y el café. Al verlo sin duda se volvió una hoja anaranjada titiriteante por los efectos del otoño.
Quiso parar los autos y atravesar las cebras blanqui-leche del piso, sin embargo ella no pudo moverse, quedo embrutecida al verlo. Aún cuando el rojo sonrojo al semáforo fue incapaz de cruzar la calle.
Ella lo miraba con casi llanto y mucho encanto. Durante un par de minutos contrariada lo observaba con la delicadeza de quien está a punto de cometer un estudiado delito.
Miro con cuidado su barba: había crecido desde la última vez que fue la última vez.
Observó su cabello: bailando torpe al ritmo del viento, cabello maltratado, marchito.
Ahí estaban sus manos dándole la vuelta a las páginas de un libro un tanto viejo.
Miro con cuidado su barba: había crecido desde la última vez que fue la última vez.
Observó su cabello: bailando torpe al ritmo del viento, cabello maltratado, marchito.
Ahí estaban sus manos dándole la vuelta a las páginas de un libro un tanto viejo.
Después de mucho pensarlo decidió dar unos pasos hacia adelante (ó hacía atrás, según la cara de la moneda con que se mire.) Un grupo de niños persiguiendo su pelota se atravesaron en su camino.
Él continuaba leyendo con una eminente tranquilidad. Solo. Solitario. Solventado su soliloquio solar.
Al pararse frente al él se sintió bajo un hechizo rapaz. Fue incapaz de poder pronunciar un palabra adecuada.
Raro efecto que siempre le pasaba al estar cerca de él. Por su mente desfilaban un sinfín de palabras peregrinas, inoportunas, algunas bellas.
Raro efecto que siempre le pasaba al estar cerca de él. Por su mente desfilaban un sinfín de palabras peregrinas, inoportunas, algunas bellas.
Estrella/árbol/calle/año/jacaranda/calendario/mandarina/azúcar/caña/día/pueblo/cama/mandamiento/flor/ojo/mar/mundo/amor/escudo/olfato/paleta/tigre/juego/globo/café/razón/latín/ otra flor/danzón/gay/latido/pirámide/pintura/registro/libro/molusco/collar/nautilo/ídolo/carmín/humanos/manos/ccalzón/espora/galaxia/vida/bicicleta/canción/desnudo/fogata/ tatuaje…
Casi 4mil palabras en su mente, 4mil palabras en menos de un minuto…
Otra flor/distancia/película/kiosko/patria/encuentro/culo/cara/oro/rana/agua/rama/ciudad/carruaje/desliz/beso/faje/boca/guapa/feliz/tontería/diamantina/casino/locura/adiós/veintriloco/ veinte/durazno…
Más de 4mil palabras en un minuto desfilando por su cerebro, su lengua. Tantas palabras pero nunca encontró la adecuada para iniciar una conversación con el sujeto ocre y café, el sujeto distraído al que amo casi como al lenguaje.
Llevaba parada enfrente de él 3 minutos, buscando sin encontrar entre las 12mil palabras un adecuado saludo y el fue incapaz de notar su presencia o dirigir la mirada hacia donde se encontraba ella y saludar. Ella frente a él con cara de sorpresa y reproche.
Una señora que vendía flores en la plaza llegó a romper el hielo entre los dos conocidos que parecían desconocidos por conocerse muy bien.
-Caballero, ¿una flor para la damita? –Florista
-Muchas gracias señora, pero no la conozco- Él
-Con una flor la puede conocer mejor -Florista
-Gracias, para la otra.-Él (solitario)
-No quiero una flor obligada, ya me han pintado muchas flores que nunca veo. Pero, en serio ¿no recuerdas quién soy?-Ella
-Quizá te he visto, pero no tengo razón para acordarme de ti-Él
De nuevo ella quiso correr y atravesar las cebras blanqui-leche, de nuevo quedo paralisada.
-Soy yo. (musitó con desdén) soy aquella a de la que te gustaban los ojos y esa risa casi eterna. Con la que compartiste muchos viernes.-Ella
-Lo dudo, soy un romántico empedernido, si te conociera no hubiera olvidado tu voz.-Él
Con una ligera mueca, incomoda y esperando ser víctima de una mala broma dijo:
-Deja de bromear, quizá nunca me amaste incluso sé que no me quisiste lo suficiente, pero estoy segura que en algún espacio de tu memoria hay un rincón para mi, si quiera para decirme “hola” “que tal”-Ella.
-¿Hablas de cariño? ¿Hablas de amor?-Él
Pregunto con ojos grandes y expresivos de quien acaba de escuchar un tremendo secreto que lo conmociona a la sorpresa.
-No hablaría de amor sino me lo hubieras declarado frente a la prima-Vera. Tú me mentirías a mí pero no a la prima-Vera, tú eres diferente. Lo sé -Ella.
-¡Qué va! si tu y yo hubiéramos estado juntos estaría escribiendo un poema de tus ojos, de tu sonrisa, un verso de tu cabello largo y lleno de colores. ¿Me crees tan infame para olvidar a la mujer que vi todos los viernes?
Desesperadamente ella comenzó a buscar en su mochila un espejo para constatar que era ella la que le preguntaba a él, la que le contaba la historia de los dos. Juntos.
En su búsqueda desesperada cayo un libro de su mochila y del libro boto una foto de ellos juntos, anclado a la foto iba el boleto de quinta fila del concierto de un excelente violinista francés.
En su búsqueda desesperada cayo un libro de su mochila y del libro boto una foto de ellos juntos, anclado a la foto iba el boleto de quinta fila del concierto de un excelente violinista francés.
-Listo. ¿Ves la foto? No me vas a negar que fuimos a ese concierto juntos. Eres tú, soy yo. –Ella
-¡Ah! Claro que recuerdo el concierto del violinista francés, muy talentoso, me acuerdo de ese día, buen día. Pero no te logro recordar a ti.- Él
De nuevo bajo la mirada y se concentro en su libro.
Ella seguía buscando un par de palabras que le hicieran al él constatar que estuvieron juntos. 4mil palabras y nada.
Ya no sabía si quería ser recordada por aquel sujeto que no mostrabas emoción alguna por su persona.
No encontró palabra apropiada.
Él subió la mirada y con la tranquilidad de quien no ha cometido un delito le leyó un párrafo.
“Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos (…)
mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple
mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites “[1].
mirarte
aprender como sos
quererte como sos (…)
mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple
mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites “[1].
-¿Qué te parece? –Él
-¿Qué me parece? Por dios, fui yo la que te enseñe ese poema.-Ella.
-No logro recordarte, de verdad no te recuerdo, no sé quién eres, no soy tan cruel para olvidar. Recuerdo fechas, almaceno días y festejos de todo, suena ilógico que olvide los recuerdos de quien dices: ame.-Él
Ella estaba a punto de estallar, de pronto de su boca salieron un montón de palabras al azar, palabras que no decían nada.
mueca/río/barco/otra flor(...)
mueca/río/barco/otra flor(...)
Él la veía despreocupado, fresco, con una mueca de extrañeza.
-En verdad me encantaría tener una historia con poemas y conciertos, soy un romántico que escribe de amor. Pero no me acuerdo de ti.
Te lo juro me encantaría que alguien me quisiera con la misma ilusión que tú tienes en los ojos–Él
Te lo juro me encantaría que alguien me quisiera con la misma ilusión que tú tienes en los ojos–Él
Ella se dio cuenta que no era nada personal, que el muchacho no era un tipo mal intencionado. Él no podía acordarse de ella. Recordaba la música, los poemas. Pero olvido sin piedad su nombre.
El sufrimiento de ella por amor le resultaba ajeno.
¿Habría acaso tomado una poción de olvido?
Al darse cuenta que era imposible que él lograra recordarla, ella dio varios pasos para atrás.
Volvieron a danzar 4mil palabras por minuto en su lengua. Ninguna apropiada. Ninguna que lo hiciera recordarla. Ninguna que los hiciera estar juntos en una misma historia.
No era una historia ficticia ella lo sabía. Sabía perfectamente que habías evidencias de ese amor.
Estaba casi segura que él estaba bajo algún hechizo.
Ella se fue. Callada, cansada, decepcionada, derrotada, enamorada, encabronada, fuerte, fugaz, golpeada, gastada, humillada, hundida, idiotizada, imaginando, jurando, jalando…
No encontró ni una palabra adecuada para que él la recordara.
Él se quedo sentado en la banca.
Soltó una mueca de incredulidad
Imagínese usted ¿alguien a quién aman tanto y él no lo recuerda? ¿Dónde están los románticos? ¿Los soñadores? ¿Los que valoran a una mujer?- Él
Cerro su libro, sin darse cuenta de su libro se cayó un boleto de quinta fila de un concierto de un violinista francés.
Movió su cabeza sorprendido por ver a la chica, comenzó a caminar. Al horizonte ocre.
La florista de nuevo se acerco a él. Le dijo:
-¿Sabía usted qué a veces los corazones se rompen, sabía usted que puede olvidar lo que sigue anhelando ? –
WOW sin palabras y se existen son ajenas siento ser testigo de lo que parece un tragi-comedia esperemos que el chiste llegue pronto
ResponderEliminar