viernes, 27 de septiembre de 2013

Entonces.

Cuando yo no te amaba todavía
-oh verdad del amor, quien lo creyera-
para mi sed no había
ninguna preferencia verdadera.

Ya no recuerdo el tiempo de la espera
con esa niebla en la memoria mía:
¿El mundo cómo era
cuando yo no te amaba todavía?

Total belleza que el amor inventa
ahora que es tan pura
su navidad, para que yo la sienta.

Y sé que no era cierta la dulzura,
que nunca amanecía
cuando yo no te amaba todavía.

Elena Walsh

domingo, 22 de septiembre de 2013

Soy.

Soy el verbo existir, mientras me conjugo en un presente casi definitivo.
Soy la codicia de la clase media, el hambre de la clase baja, el atraganto del otro...

Soy mujer con piel cacao, soy hombre de amaranto.
Soy ese sabor agridulce.
También soy el olor a copal, soy la lluvia de septiembre, soy pan, soy algo contable, algo superficial, soy mariposa a medio caer.

Soy cosa nueva, soy cosa extinta...
Soy viento casi invisible...
Soy esa consigna que ya pocos dicen...
Soy la hija del obrero...
Soy el padre muerto...

Soy ese libro que ya nadie se atreve a leer.
ese poema efímero, esa canción que aburre, ese grito veraniego, esa planta diminuta muy invisible.
Soy el frío de la calle,
el mar en el que ya nadan peces muertos,
la tierra que no quiere parir, la mujer que ya no quiere parir
soy mundana y superficial,
soy ese trago de mezcal.

Soy un pueblo en la Sierra
Soy una capital llena de militares
Soy una costa inundada

Soy algo muerto con ansia de resucitar...
soy el recuerdo, soy lo efímero,
soy un ave...


soy como tú... nadie.

Alejandra Atzín

domingo, 8 de septiembre de 2013

Sólo te acepto viva, sólo te quiero Alejandra.

París, 9 de septiembre de 1971

Mi querida, tu carta de julio me llega en septiembre, espero que entre tanto estás ya de regreso en tu casa. Hemos compartido hospitales, aunque por motivos diferentes; la mía es harto banal, un accidente de auto que estuvo a punto de. Pero vos, vos, ¿te das realmente cuenta de todo lo que me escribís? Sí, desde luego te das cuenta, y sin embargo no te acepto así, no te quiero así, yo te quiero viva, burra, y date cuenta que te estoy hablando del lenguaje mismo del cariño y la confianza –y todo eso, carajo, está del lado de la vida y no de la muerte. Quiero otra carta tuya, pronto, una carta tuya. Eso otro es también vos, lo sé, pero no es todo y además no es lo mejor de vos. Salir por esa puerta es falso en tu caso, lo siento como si se tratara de mí mismo. El poder poético es tuyo, lo sabés, lo sabemos todos los que te leemos; y ya no vivimos los tiempos en que ese poder era el antagonista frente a la vida, y ésta el verdugo del poeta. Los verdugos, hoy, matan otra cosa que poetas, ya no queda ni siquiera ese privilegio imperial, queridísima. Yo te reclamo, no humildad, no obsecuencia, sino enlace con esto que nos envuelve a todos, llámale la luz o César Vallejo o el cine japonés: un pulso sobre la tierra, alegre o triste, pero no un silencio de renuncia voluntaria. Sólo te acepto viva, sólo te quiero Alejandra.

Escribíme, coño, y perdoná el tono, pero con qué ganas te bajaría el slip (¿rosa o verde?) para darte una paliza de esas que dicen te quiero a cada chicotazo.

Julio